En la creación de campañas publicitarias, un ingrediente esencial y muchas veces olvidado es la personalidad del anunciante. Cada empresa —ya sea una tienda local, un prestamista o un concesionario— tiene una cultura propia, una esencia que puede y debe ser transmitida al público para generar conexión auténtica.
En mis seminarios insisto: deja de escribir anuncios vacíos. Comienza a contar historias que reflejen quién es realmente tu cliente. ¿Es un héroe moderno que resuelve problemas como un superhéroe? ¿Una figura sabia que da consejos como un mentor confiable? ¿Un amigo que te guía con el brazo sobre tu hombro? La personalidad se construye con detalles: sus pasiones, cómo interactúa con sus clientes, su historia y hasta su sentido del humor.
Un buen anuncio debe hacer sentir al oyente cómo sería entrar al negocio, hablar con el dueño o recibir su servicio. Cuando ese sentimiento se alinea con una experiencia positiva, creamos una expectativa poderosa.
No importa si tu cliente es un exmilitar convertido en asesor, una pareja que limpia casas como si fueran suyas, o un grupo carismático como los famosos lanzadores de pescado del Pike Place Market. Lo importante es traducir su carácter en una propuesta publicitaria auténtica y memorable.
Porque una campaña sin personalidad es solo ruido. En cambio, una con alma crea vínculos duraderos.
¿Cuál es la “personalidad” de tu cliente y cómo puedes utilizarla para ayudarlo a tener éxito?
Esta nota fue realizada con base en un artículo publicado por Radio Ink.
