La reconocida cantante Amanda Miguel sigue cumpliendo su deuda sentimental con su país de origen a través de su voz y en temas cargados de sentimiento latinoamericano, siendo ahora el turno para una canción como “No Dejen Que El Chino Hable”.
La cantante de origen argentino y naturalizada mexicana ha expresado que la música es cultura y el disco “Yo Soy”, agrega, está lleno de eso que tanto necesita este mundo, ávido del sentido real de nosotros los seres humanos. Es por ello que sigue haciendo uso de su talento para transmitir hermosas ideas y sentimientos que encierran temas como “No Dejen Que El Chino Hable”, contando anécdotas tan humanas como la de disfrutar de una bebida típica preparado por personas que ama y disfrutando de los hermosos paisajes de su lugar de origen.
A través de este tema y los demás que conforman el álbum “Yo Soy”, la también Ganadora del Grammy a la Excelencia Musical, salda una deuda que tenía con su país de origen, pues vivió a lo largo de cuatro décadas en México, grabando incluso un disco ranchero, por lo que ahora a través de este disco que encierra un sentimiento folclórico latinoamericano, cumple esa inquietud como artista.
“Yo Soy” está compuesto por 10 joyas musicales en la que comparte su talento: “Solo Le Pido a Dios”, de León Gieco con el que hace dúo, con Piero “Soy Pan, Soy Paz, Soy Más”, un clásico de la llamada canción latinoamericana y que se volvió muy popular en la versión que interpretó la argentina Mercedes Sosa y con Soledad Pastorutti en “Balderrama”.
El álbum producido por el músico y productor Pablo Ahmad, ha sido una verdadera introspección para Amanda Miguel. Con cada uno de los temas incluidos siente una profunda conexión por su manera de pensar y de percibir la vida.
Cada una de estas canciones de Amanda Miguel en las que se incluye “No Dejen Que El Chino Hable”, reflejan su identidad y su esencia, que marcaron una etapa de su vida y cuyo hilo conductor no sólo es la nostalgia, sino también la expresión más pura del arte musical latinoamericano.
“…Las veces que vuelvo al pago, siento una gran alegría, por solo verla a mi madre mateando todos los días. Las empanadas al horno, las que prepara mi tía, no se dan con vino tinto, después no comer sandía. No quisiera despedirme no sin antes recordarles, para mí los días son buenos cuando me levanto tarde…”
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