– Anoche soñé que me ganaba la lotería como mi padre.
– ¿Tu padre se ganó la lotería?
– No, también lo sueña.
– Te vendo un caballo.
– Y, ¿para qué quiero un caballo vendado?
– A mi hijo le hemos puesto lentes.
– Vaya, ¡qué nombre más raro!
– ¿Cómo te llamas?
– Pablo, pero cuando estornudo todos me llaman Jesús.
¿Cómo sale un elefante de una piscina?… Pues mojado.