– Mamá, en el colegio me dicen anormal.
– No te preocupes hijo, cierra tus tres ojos y ya duérmete.
– Pues esta mañana me sentía tan mal, que decidí suicidarme tomando 1,000 aspirinas.
– ¿Y qué pasó?
– Me tomé la segunda, y me sentí mejor.
– Cariño, ¿crees que estoy gorda?
– Sí.
– Tú nunca me dices cosas dulces.
– ¿Para qué? ¿Para que te las comas?
¿En qué se parece un maestro a un termómetro?… En que cuando marcan cero todos tiemblan.
– Doctor, ¿se salvó mi esposo?
– ¿Pues que no era autopsia?