– Mamá, mamá mis amigos dicen que tú te avergüenzas de mí.
– Ya te he dicho que en la calle no me digas mamá.
– Buenas tardes señorita, ¿está el doctor?
– No, atiende de 3 a 5.
– Bueno, voy a buscar 4 más y vuelvo.
– ¿Sabe usted nadar?
– Sí, señor.
– ¿Dónde aprendió?
– ¡En el agua, señor!
Era un tipo tan, pero tan alto, que se tropezó el lunes y cayó el domingo.
– Mamá, mamá, están golpeando la puerta.
– Déjala, que se defienda sola.