– Oiga, ¿es el 2-22-22-22?
– Si, es aquí.
– Perfecto, ¿dígame cómo sacar el dedo del 2?
Dos presos en la cárcel y uno le dice al otro:
– Oye, ¿y tú porqué estás aquí?
– Pues por lo mismo que tú, porque no me dejan salir.
Esto era un chiste tan pero tan malo, que les pegaba a los chistes más pequeños.
Había una vez un hombre tan pequeño que se subió encima de una canica y dijo: ¡El mundo es mío!
– Mami, mami, ¿los caramelos de chocolate caminan por la pared?
– No, los caramelos no caminan.
– ¡Ah!… Pues entonces me he comido una cucaracha.