– ¡Mamá, mamá! ¡En clase soy el más alto y el que más sabe!
– ¡Claro cariño!… Eres el profesor.
– Espero no sorprenderte copiando en el examen.
– Pues yo también lo espero maestra.
– Vete, ya no te quiero. Sólo me das problemas.
– Pero que dices, si soy tu profesora de álgebra.
– Y dale.
– La frase “yo busco novio”, ¿qué tiempo es?
– Tiempo perdido, maestra.
– A ver, niño, ¿cuántos ojos tenemos?
– ¡Cuatro!
– Pero, ¿qué dices?
– Pues claro profesor, cuatro: ¡dos usted y dos yo!