– A ver, niño, contéstame rápido: ¿Uno más uno?
– ¡Tres, profesor!
– ¿Cómo que tres?; son dos.
– Bueno, ¿quiere que le conteste rápida o correctamente?
– ¡Qué bonitos ojos tienes, Lulú, ¿de dónde los sacaste?
– Venían con el resto de mi cara, tonto.
– ¿Es verdad que a tu abuelito lo mató una bala perdida?
– No, se la encontraron en el estómago.
– Señor productor, ya voy a terminar la película de guerra, y no hay dinero para pagar a los actores.
– No se preocupe, en la última escena ponga balas verdaderas…
– ¿Es verdad que tu hermanita tiene la boca muy chiquita?
– ¡Uy, demasiado chiquita! Tanto, que para decir tres, dice: uno, uno, uno.