– ¿Y cómo está el gatito que te regalé?
– Se cayó al agua y murió…
– ¡Pobre!, ¿y murió porque se mojó?
– No, murió porque lo exprimí.
– ¿Sabes el chiste del ratero que se cayó de una azotea?
– No, ¿cuál es?
– Pues el ratero se cayó y mientras caía, gritaba: ¡Agárrenme que soy ratero!
– Oiga, compadre, ¿es verdad que su perro come con la cola?
– Sí, compadrito, nunca se la quita para comer.
– Oye, caballo, ¿porqué mueves la cola?
– Porque la cola no puede moverme a mí.
– Oye, querido gallo, salió el sol y no cantaste, ¿por qué?
– Porque amanecí muy ronco, gallina.